huato

Un médico eminente que merece un sitial privilegiado en la historia de la Medicina China es Hua Tuo, primer médico cirujano del mundo. Nació en la localidad de Hao, en la provincia de AnHui. La fecha de su nacimiento no se ha determinado con precisión, aunque con mayor frecuencia se invoca el año 110 de nuestra era (Dinastía Han). La mayoría de los autores reconoce que fue un profundo conocedor de las doctrinas taoístas. Su nieto Deng Chu Zhong lo describe como un hombre que vivió sin ambicionar fama ni riquezas, dedicado casi por completo al estudio y la investigación de la medicina. En el prólogo del único texto que de él se conserva, Deng Chu Zhong narra esta anécdota que su abuelo le contó:

 

Un día se encontraba Hua Tuo descansando en una cueva del monte Gong Yi, cuando de pronto oyó voces que discutían acerca de diversos métodos de tratamientos de las enfermedades. Entusiasmado y curioso por lo que escuchaba, se acercó con sigilo para no ser advertido y con la esperanza de oír con más claridad. Al cabo de unos instantes, nota que una persona dice:
– “El estudiante Hua está a la mano, y le podemos enseñar estas artes.”

 

Otro respondió:
– “Este hombre ha nacido ambicioso y sin compasión alguna por la vida de los demás.”

 

En este momento, Hua no podía evitar su sorpresa y se apresuró. Al adentrarse en la cueva vio a dos hombres cubiertos con cortezas de árboles y sombreros de paja. Avanzó con educada discreción e inclinándose en señal de respetuosa y humilde reverencia dijo:
– “Acabo de escucharlos, honorables personas, hablar de artes de la medicina y no pude evitar acercarme a ustedes. He decidido dedicarme por entero a la causa de socorrer alas personas, y siento mucho pesar de no haber tenido la oportunidad de aprender métodos verdaderamente efectivos, lo que no me permite sentirme satisfecho. Les ruego, honorables, que me permitan acceder a esa maestría. Desearía que me iluminaran. Nunca olvidaré vuestras gracias en mi vida.”

 

Uno de los ancianos le respondió:
– “Nosotros no escatimaremos estas artes, pero tememos que se puedan convertir en la causa de problemas que usted confronte en el futuro. Solo si trata a todo el mundo por igual, sin tener en cuenta si proviene de una clase social alta o baja, su pobreza o su riqueza, el ser una persona distinguida o no, si usted no corre tras los ricos, si no teme a las penurias y privaciones, trabaja asiduamente, con dedicación y esmero, y tiene como primer y único deber el profesar piedad por el anciano y la necesidad de ayudar al joven, usted logrará escapar de ese desastre.”

 

Hua volvió a inclinarse en señal de gratitud diciendo:
– “Nunca osaré olvidar ni un ápice de ninguna de vuestras instrucciones, venerables hombres, y actuaré en correspondencia con ellas por siempre.”

Los dos ancianos, sonriendo, señalaron otra cueva situada al este y dijeron:
– “Hay un libro dentro de la caja que está sobre la cama de piedra, tómalo para ti. Debes marcharte de inmediato. No se lo muestres a ninguna persona vulgar. Es necesario guardar el secreto.”

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